GIOIE E DILETTI – IL FERVORE Y JONE MARTÍNEZ
En un periodo de intensa transformación estética, técnica y expresiva, aparece una nueva forma de expresividad al servicio del texto, a través de la idea de reflejar los afectos humanos con la dramatización musical. De entre los grandes representantes de este estilo, es a finales del siglo XVII y principios del XVIII que Alessandro Scarlatti (1660-1725), conocido principalmente por sus óperas y cantatas -aunque también cultivó repertorio instrumental- se convierte en el gran exponente de una escuela distintiva en Nápoles: la barroca napolitana. Para entonces la ópera ya había generado profundo interés y desarrollado un refinamiento expresivo vocal e instrumental, donde Scarlatti aporta una estructura musical clara y emocionalmente eficaz; sus recitativos y arias, en especial las arias da capo, ofrecían un espacio de lucimiento y expresividad personal para los cantantes. Fuera de dicho género, también se adentró en el concerto grosso, forma instrumental que combina un grupo de solistas (concertino) con una orquesta de cuerdas (ripieno), muy influida por el estilo romano de Corelli.
Il Fervore es un conjunto joven especializado en la interpretación histórica de la música barroca, con especial atención al repertorio vocal e instrumental del siglo XVII. Formado por músicos de sólida trayectoria en el ámbito de la música antigua, el grupo se caracteriza por su energía interpretativa, su rigor estilístico y un enfoque comunicativo que busca conectar con el público actual. Junto a la soprano Jone Martínez, una de las voces emergentes más destacadas del panorama de la música antigua en Europa, proponen una escucha sensible y matizada en este concierto monográfico de Alessandro Scarlatti, cuya influencia napolitana fue además determinante en autores como Pergolesi o Haendel para adaptarlo a nuevos contextos.
La serenata barroca, junto a las cantatas pastorales, buscaba ser simbología de deseo, humor y confusión amorosa. Scarlatti une a tres personajes alegóricos en Clori, Dorino e Amore (1702) que caracterizan a uno de los temas comunes en la música de cámara de la época (Clori representa a la pastora ideal, Dorino al enamorado torpe o ingenuo, y Amore al dios del amor que provoca enredos y encuentros amorosos), que sería inspiración posteriormente para la ópera breve de Giovanni Battista Pergolesi, con el mismo título.
La obra comienza con una sinfonía instrumental -que no hace alusión al sentido moderno, sino a una pequeña obertura para un conjunto pequeño que prepara la entrada a la trama vocal-, con un carácter ligero y animado que ofrecen las melodías ornamentadas típicas del estilo barroco italiano, acompañada del uso del bajo continuo que ofrece el clave en este repertorio. Las cinco arias y tres recitativos que integran la obra -de los cuales uno se diferencia por un acompañamiento instrumental más rico y expresivo- se equilibran entre música y texto para dramatizar la historia de amor entre los personajes.
En este repertorio encontramos dos conciertos publicados de forma póstuma al autor por algún editor británico de la época, pues fueron compuestas en sus últimos años de vida cuando experimentaba alrededor de formas instrumentales más amplias. El término “in seven parts” hace referencia a la división instrumental: 2 violines primeros, 2 violines segundos, viola, violonchelo y un bajo continuo – en este concierto, el clave-. En la primera mitad del siglo XVIII, Londres era un centro importante para la publicación de música italiana, con una gran demanda por música de cámara barroca de compositores italianos como Corelli, Geminiani, y el mismo Alessandro Scarlatti. Al ser la última etapa de vida del autor, se tratan de un excelente ejemplo de su escritura instrumental tardía, y entre el estilo italiano de Corelli y la expresividad más libre del estilo galante. Hace un uso elegante del contrapunto, pero más melódico que denso.
El primer concierto, el nº1 en fa menor, tiene un tono serio e introspectivo aportado por el propio modo menor, pero que no deja por desapercibida la expresividad armónica en el primer movimiento de aire grave, los cromatismos y suspensiones que intensifican dicha ambientación. Le sigue un allegro de inspiración fugal, donde Scarlatti muestra su dominio del contrapunto entre el concertino (grupo solista) y el ripieno (orquesta completa), combinando claridad estructural con energía rítmica. Las líneas melódicas del primer violín tienen un carácter cantabile, con un estilo cercano a una aria instrumental sin voz, lírico y expresivo, que transiciona a un ritmo danzante binario basado en el patrón de la allemanda barroca, equilibrando el dramatismo del comienzo con un final más amable y estilizado.
En contraste, el concierto nº3 en fa mayor tiene una presencia más luminosa típica de su modalidad y la estética barroca italiana tardía. Comenzamos a ver una escritura musical mucho más galante, con frases simétricas y melodías sencillas pero elegantes, en este caso al estilo de la sonata da chiesa con varios movimientos de expresividad danzante. Hay pasajes donde las texturas son más homofónicas, lo que sugiere una evolución hacia un estilo más ligero, menos dependiente del contrapunto severo.
Scarlatti llevó a escena la ópera seria Tiberio imperatore d’Oriente en 1702, extraída del libreto original de Apostolo Zeno, autor de textos muy populares en la primera mitad del siglo XVIII. Presenta el auténtico estilo barroco napolitano, sin faltar a las costumbres propias de la ópera del momento que se presenciar en la danza instrumental teatral introductoria a la trama de la obra que transforma lo ceremonial en heroico y bélico a través de las remarcadas estructuras A-B-A de las arias da capo y estructuras rítmicas enérgicas; las dos primeras arias presentadas en este repertorio aluden a la llamada del deber y la gloria, con figuras en semicorcheas, compases binarios o punteados que imitan llamadas militares o fanfarrias; en las últimas arias se vive un aura de júbilo y majestuosidad a través de melodias cantables y figuraciones arpegiadas o escalas descendentes en las cuerdas que evocan el fluir del agua en Reggio fiume, para llegar a un final de furia o resolución vengativa, muy típica del repertorio operístico barroco, lleno de agitación con escalas y figuras rápidas. La lucidez lírica para las voces cantantes está presente en todas las líneas melódicas. En este concierto tendremos el raro privilegio de escuchar una de las primeras versiones de la obra, pues es una de las menos conocidas y sonadas a diferencia de sus interpretaciones posteriores.
La Follia es uno de los temas más antiguos y universales del repertorio europeo. De origen ibérico, este esquema armónico y melódico, cíclico pero de gran riqueza expresiva, ha sido adoptado por numerosos compositores desde el siglo XVII como base para variaciones virtuosas y expresivas. Entre las versiones más célebres se encuentran las de Arcangelo Corelli (Sonata op. 5 n.º 12) y Alessandro Scarlatti (Follia di Spagna), cuyas aproximaciones convergen en esta obra a través del arreglo contemporáneo de Jesús Merino.
Publicada en 1700, es una joya del violín barroco. El compositor despliega una serie de variaciones contrastantes sobre el célebre bajo ostinato. Alternando momentos de virtuosismo técnico y lirismo contenido, esta obra marcó escuela en toda Europa. Por su parte, Scarlatti toma el mismo tema en su Follia di Spagna, explorando también la forma variada, aunque con un enfoque más dramático y vocal, acorde a su amplia experiencia operística.
El presente arreglo propone un diálogo estilístico entre ambas versiones históricas, fundiendo el rigor formal de Corelli con la riqueza armónica y retórica de Scarlatti. La instrumentación y el enfoque interpretativo aportan una nueva mirada sobre este arquetipo musical, que continúa inspirando a músicos y oyentes más de tres siglos después.
María Victoria Hernández Rodríguez,
Estudiante de Musicología del Conservatorio Superior de Música de Canarias.